Contenido

Mario Molina, científico mexicano excepcional
Julia Carabias Lillo - 2020-10-12
Mario Molina, científico de la más alta calidad, contribuyó con sus descubrimientos a resolver uno de los temas globales de mayor riesgo para la vida en el planeta Tierra, la ruptura de la capa estratosférica de ozono; aportó conocimiento sobre la contaminación atmosférica provocada por la actividad humana y su vínculo con el cambio climático; influyó en numerosas políticas públicas para el desarrollo sustentable en México y otros países y en la formulación y negociación de diversos acuerdos multilaterales; formó centenas de estudiantes e investigadores; creó conciencia sobre el grave problema del cambio climático entre empresarios, legisladores, jueces, funcionarios y jefes de Estado, y demostró que las decisiones tomadas con base en evidencia científica son las mejores decisiones para el bien común. Hasta el fin de su intensa vida levantó la voz con optimismo para advertir sobre la emergencia climática global y sus soluciones.
Molina y la capa de ozono
Después de graduarse como ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México, Mario Molina hizo sus estudios de posgrado en Alemania y en la Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos. Se unió al equipo de trabajo de Sherwood Rowland y juntos estudiaron las reacciones catalíticas que explican la destrucción del ozono. Estos descubrimientos, publicados en la revista Nature (1974), los llevó a anticiparse a que la capa de ozono de la estratósfera, que absorbe entre 97 % y 99 % de la radiación ultravioleta proveniente del Sol, podría adelgazarse hasta su rompimiento, debido a la acumulación de gases de clorofluorocarbonos (CFC) utilizados en aparatos refrigerantes y aerosoles. Esta aportación para la humanidad, junto con las del científico holandés Paul Crutzen, los hizo merecedores del Premio Nobel de Química en 1995.
El descubrimiento científico se adelantó a la evidencia, comprobada años después, de que en los polos se estaba abriendo un agujero debido a la degradación de la capa de ozono, provocando problemas de ceguera a personas y animales, cáncer de piel y afectaciones al sistema inmunológico tal como ellos lo predijeron.
El Dr. Molina no se limitó a la generación de conocimiento, fue más allá. Consciente de los riegos para la humanidad, difundió los hallazgos e influyó para que la Organización de las Naciones Unidas actuara. Fue así como, en 1985, 197 estados firmaron el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, y, en 1987, acordaron el Protocolo de Montreal con el establecimiento de metas y acciones concretas para limitar y eliminar la producción de los gases industriales agotadores de la capa de ozono. Uno de los aciertos que acompañó a este acuerdo, fue la creación de un Fondo Multilateral para la Aplicación del Protocolo que permitió acelerar la transferencia de tecnología. En 1998, se demostró que el crecimiento de la concentración de estos gases había disminuido y, ahora, se prevé que, para mediados de este siglo, la capa de ozono habrá recuperado sus niveles originales.
Se trata de la única historia de éxito que podemos contar sobre la reversión de un problema ambiental global. La ciencia aportó la información y la evidencia. La gestión y acción colectiva llevó a acuerdos y compromisos multilaterales, una fuente de financiamiento estimuló el cambio tecnológico, la industria generó nueva tecnología y los consumidores cambiamos los aparatos y productos que contienen CFC.
Molina y el cambio climático
Estudioso de la química atmosférica y de la contaminación, también hizo grandes aportaciones para demostrar que el cambio climático que estamos viviendo y que ya ha provocado el aumento de 1 °C de la temperatura promedio de la superficie de la Tierra, es producto de la actividad humana, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles, a la actividad agrícola e industrial y a la deforestación. Participó en el grupo de expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU, que ha acopiado y generado la información científica necesaria para tomar decisiones de cómo enfrentar este gigantesco reto de la humanidad. Siempre fue enfático en que se cuenta con el conocimiento científico suficiente y se conocen las soluciones; que son las energías limpias las que deben impulsarse sustituyendo el uso de hidrocarburos, pero también era consciente de los grandes intereses económicos que defienden muchos gobiernos y que impiden el avance necesario de los acuerdos multilaterales, particularmente del Acuerdo de París. Hasta el último momento, en una entrevista realizada para la 75.ª Asamblea de las Naciones Unidas, el 18 de septiembre, insistió en la emergencia climática y en la urgente necesidad de redoblar los esfuerzos multilaterales para evitar una catástrofe.
Molina en la formación de conciencia social y de jóvenes científicos
Mario Molina no pudo desarrollar sus investigaciones en México debido a que nuestro país no tenía las condiciones para llevarlas a cabo. Por ello, después de su colaboración en la Universidad de California fue profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Pero para ello tuvo que renunciar a la nacionalidad mexicana, pues la ley establecía que se perdía este derecho por adquisición voluntaria de una nacionalidad extranjera. La reforma a la Ley de Nacionalidad de 1998 eliminó esta prohibición y Mario Molina recuperó su condición de ciudadano mexicano; fue el primero en adquirir la doble nacionalidad.
A partir de entonces alternaba un semestre en el MIT o en la Universidad de California y otro en México. Parte de su Premio Nobel lo destinó a otorgar becas a jóvenes estudiantes. Recientemente estaba colaborando con la SEP para acercar la ciencia a los escolares, convencido de que es a través de la educación que se puede transformar a la sociedad y cambiar actitudes para conservar el medio ambiente y fomentar el desarrollo sustentable.
Fue muy activo apoyando a organizaciones de la sociedad civil para la defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Como miembro de El Colegio Nacional impartió numerosas conferencias magistrales para difundir la ciencia del cambio climático a un amplio público y trascender las esferas académicas.
Molina y la influencia en las políticas públicas
Además de su participación en el Protocolo de Montreal y en el IPCC ya mencionada, Mario Molina fue miembro del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del Presidente Barack Obama, e incidió en las políticas progresistas sobre cambio climático que asumió esa administración, entre ellas, la adhesión de EE. UU. al Acuerdo de Paris, lo cual revirtió Donald Trump. Sin embargo, su influencia, y la de los otros 20 científicos de ese Consejo, sigue dando frutos y se refleja en el ambicioso y positivo programa para el combate contra el cambio climático que ha presentado Joe Biden, actual candidato a la presidencia de EE. UU. Por sus contribuciones, Mario Molina fue condecorado por Obama con la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos.
En México formó parte de la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático contribuyendo así a la elaboración de la Estrategia Nacional de Cambio Climático, al Programa Especial de Cambio Climático y a la Ley General de Cambio Climático. Además, aportó conocimiento para la solución de la contaminación atmosférica de la Zona Metropolitana del Valle de México, así como de otros estados de la República.
En 2004 fundó el Centro Mario Molina como “un puente de soluciones prácticas entre la ciencia y las políticas públicas en materia de energía y medio ambiente para promover el desarrollo sustentable y un desarrollo económico vigoroso”.
Mario Molina fue además de un gran científico, una persona sencilla y generosa con su tiempo. Siempre encontró espacio para platicar con niños, estudiantes, ambientalistas, legisladores, empresarios, autoridades, jefes de estado o con el Secretario General de la ONU. Compartía su conocimiento y explicaba con paciencia. Muchas son las lecciones que aprendimos de él. El Premio Nobel hizo de su voz una caja de resonancia y Mario Molina supo aprovecharlo para el bien común, para la defensa del medio ambiente y para la construcción del desarrollo sustentable. Su partida deja un hueco, precisamente ahora, cuando más se requiere, en México y en el mundo, defender a la ciencia como un bien público y actuar para combatir el cambio climático.
Ilustración: Patricio Betteo
Fuente: https://www.nexos.com.mx/?p=50667
Temas principal: Desarrollo, economía y sociedad